Kaan

No quise mover ni un sólo objeto, ni un sólo cabello, quise dejar el recuerdo intacto (¿habría forma alguna de congelarlo todo en ese momento?), las sombras en la pared, el hueco en la almohada, el hueco entre mis dedos. Nunca supe si el tiempo se detuvo, o si pasó tan rápido, si cerré los ojos dos segundos no lo recuerdo, pero todo se volvió ceniza blanco y negro una película.

Ya no estaban los libros, los cuentos, las historias, mis libretas, nada; los discos no estaban no Plant no Gilmour no Janis resonando en las bocinas.

El cuarto se oscureció y no amaneció en varios días, las paredes se hicieron arena, los muebles se cubrieron de yerba que nunca más fumaríamos, las sábanas en que dormías se secaron con el viento, y crujieron igual que hoja seca. Me confundí entonces con el aire y el sueño, sentí en silencio como se iba desarmando mi esqueleto, no quise moverme para dejar el recuerdo intacto.

El zumbido del timbre no llegó (las sábanas crujieron tal como hoja seca), no hubo alguien que metiera la llave, no llegó alguien que intentara algo; a punta de trancazos voy royéndome la piel para seguir creciendo.

Ro

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